La NASA prepara la tecnología para regresar a este satélite después de 48 años. Esta vez planea llevar a la primera mujer.

La NASA prepara la tecnología para regresar a este satélite después de 48 años. Esta vez planea llevar a la primera mujer.

El sueño de lograr que una mujer pise la superficie de la Luna tiene siete décadas, el tiempo que ha transcurrido desde que la NASA decidió cancelar, por sexismo, su programa femenino de astronautas. Ahora, es un sueño que empieza a coger cuerpo gracias a la convicción con la que la agencia espacial está trabajando en ello para 2025. 

El programa Artemis, en el que también participa Europa, ya tiene designados los posibles territorios en los que alunizarán humanos en el satélite terrestre por primera vez desde que se fuera la misión Apolo 17, en diciembre de 1972. El polo sur lunar, con sus oscuros cráteres de hielos perpetuos, es el lugar elegido para ese pequeño paso para una mujer, pero un gran salto para la (otra mitad de la) humanidad.

La NASA ha puesto hoy trece cruces en el mapa del tesoro lunar: son los sitios candidatos para el alunizaje en 2025, si todo marcha según lo previsto. Cada uno de esas regiones marcadas en el polo sur mide aproximadamente 15 kilómetros de lado, y dentro de ellas, el sitio de aterrizaje se ubica con una precisión de un de 100 metros.

Arranca la reconquista de la Luna

“La selección de estas regiones significa que estamos un paso gigantesco más cerca de volver a llevar a seres humanos a la Luna por primera vez desde el programa Apolo”, explica Mark Kirasich, administrador adjunto de la División de Desarrollo de Artemis en la NASA. Y añade, en una nota de la agencia: “Cuando lo hagamos, será diferente a cualquier misión anterior, ya que los astronautas se aventurarán en zonas oscuras previamente inexploradas por los humanos y sentarán las bases para futuras estancias de larga duración”.

La NASA identificó las siguientes regiones candidatas para el alunizaje de Artemis III: Borde Faustini A; Pico cerca de Shackleton; Cresta de conexión; Extensión de la cresta de conexión; Borde de Gerlache 1; Borde de Gerlache 2; Macizo de Gerlache-Kocher; Haworth; Macizo de Malapert; Meseta Leibnitz Beta; Borde Nobile 1; Borde Nobile 2; y Borde de Amundsen.

Cada una de esas regiones se evaluó utilizando datos del Orbitador de Reconocimiento Lunar (LRO, por sus siglas en inglés) de la NASA, así como décadas de publicaciones y hallazgos, para valorar el terreno, las comunicaciones y las condiciones de iluminación, así como la capacidad para cumplir con los objetivos científicos. A partir de ahora comenzará un debate dentro de la comunidad científica, asegura la agencia espacial, para decidir en los próximos meses cuál es la región con más méritos para recibir a la próxima misión humana a la Luna.

“Varios de los lugares propuestos en estas regiones se encuentran ubicados en algunas de las partes más antiguas de la Luna y, junto con las regiones permanentemente a la sombra, ofrecen la oportunidad de aprender sobre la historia de la Luna mediante materiales lunares no estudiados previamente”, señala Sarah Noble, jefa de ciencia lunar de Artemis para la División de Ciencia Planetaria de la NASA.

Frías y oscuras sombras

¿Por qué el polo sur? Ciencia, logística y recursos. Esa zona de la Luna es poco conocida, pero se sabe que cuenta con grandes acumulaciones de agua helada, que podrían ser muy útiles a la hora de plantearse una base lunar que sirviera de trampolín hacia Marte, tanto para que los astronautas puedan beber como para fabricar combustible de cohetes a base de hidrógeno. “Las elevadas montañas de la región proyectan sombras oscuras y los profundos cráteres protegen la oscuridad perpetua de sus abismos”, explica la NASA.

Algunos de estos cráteres albergan regiones en sombra permanente que no han visto la luz solar en miles de millones de años con temperaturas tan bajas como -203 °C (-334 °F). Es una de las regiones más frías de nuestro sistema solar y ninguna misión anterior la ha explorado, únicamente con instrumentos de detección remota.

Además, asegura la agencia espacial, se podrán hacer observaciones astronómicas de calidad desde allí: “Las características únicas de esta región prometen descubrimientos científicos sin precedentes en el espacio profundo que podrían ayudarnos a aprender sobre nuestro lugar en el universo y aventurarnos más allá en el sistema solar”. Philippe Deloo, ingeniero de la NASA, explicaba hace poco: “Vamos a desplegar todas nuestras capacidades para explorar el polo Sur de la Luna, que tiene un enorme interés geológico y un gran potencial de explotación comercial de minerales”.

Tres pasos y un salto

El primer paso de este programa ya está comenzando a darse. La misión Artemis I ya se encuentra en la plataforma de lanzamiento de Cabo Cañaveral (Florida, EEUU) para su lanzamiento el 29 de agosto, si el tiempo acompaña y todo sale según lo planeado. Este primer viaje de la nave Orion, impulsada por el cohete más potente del mundo (SLS, de 65 metros de altura), durará un mes aproximadamente, y contará con maniquíes como únicos pasajeros, que servirán para poner a prueba las condiciones que vivirán los astronautas.

En este caso, la nave tan solo orbitará el satélite, pero llegando más lejos en el espacio de lo que nunca ha llegado una nave pensada para ser tripulada. El siguiente paso lo daría la misión Artemis II en 2024, según el plan actual de la NASA, que realizaría el mismo recorrido, pero en esta ocasión ya con cuatro astronautas a bordo. 

Si no se sufren tropezones, en el año 2025 se lanzaría hacia la Luna la misión Artemis III, que llevará “a la primera mujer y a la primera persona de color a la Luna, allanando el camino para una presencia lunar a largo plazo y sirviendo como trampolín para enviar astronautas a Marte”, según la agencia espacial.

La prueba de vuelo de la Artemis I desplegará dos pequeños satélites CubeSats para avanzar en la búsqueda de recursos lunares. Y también se enviará un rover de detección de agua (VIPER), en la primera misión de cartografía de recursos en otro mundo. VIPER tiene previsto alunizar cerca de la región Nobile, una de las trece seleccionadas ahora para el aterrizaje de astronautas.

La elección de los oscuros territorios del polo sur lunar tiene un riesgo añadido: a la hora de tocar suelo con la nave, los astronautas del programa Apolo tenían debajo de sí una vista clara de la Luna, iluminada por el Sol, “pero los astronautas de Artemis tendrán una vista interrumpida, con largas sombras oscuras ocultando importantes características del terreno”, advierte la NASA. 

No obstante, contarán con mapas cargados previamente que proporcionarán detalles topográficos de misiones robóticas como el LRO junto con un entrenamiento avanzado que utiliza una tecnología que no estaba disponible para las tripulaciones de Apolo.