“El Olvido de Nuestros Barrios” por: María Fernanda Pérez
Introducción con Anécdota Personal
Hace dos semanas, acompañaba a mi vecina Carmen, una mujer de 67 años que vive en el barrio San José, a visitar a su hija que está hospitalizada. Al intentar salir del barrio, el taxi se atascó en un bache gigantesco. Mientras esperábamos el remolque, Carmen me dijo: “Aquí nadie nos ve, ni nos recuerda”. Su frase me golpeó con la crudeza de la realidad que muchos prefieren ignorar.
San José, como muchos otros barrios periféricos, padece una situación que va más allá de lo físico: el olvido institucional, la marginación sistemática por parte de las autoridades que no invierten en infraestructura, servicios básicos ni oportunidades de desarrollo para sus habitantes.
Este barrio, ubicado en la periferia norte de la ciudad, alberga a más de 8,000 familias que viven en condiciones de vulnerabilidad. Las calles carecen de alcantarillado, el acceso al agua potable es irregular, y durante la temporada de lluvias, se convierten en ríos de lodo que impiden la movilidad de sus habitantes.
Las imágenes de estas comunidades no aparecen en los informes de gobierno ni en las campañas electorales. Son los rostros invisibles de nuestra ciudad, los olvidados que pagan impuestos pero no reciben servicios a cambio.
Análisis Crítico de la Falta de Inversión
Según datos del Ministerio de Desarrollo Urbano, en los últimos cinco años, el 70% de la inversión en infraestructura se ha concentrado en los sectores céntricos y residenciales de altos ingresos. Los barrios periféricos han recibido apenas el 15% de los recursos destinados a mejoras urbanas.
El acceso al agua potable es deficiente en al menos 15 barrios periféricos. Miles de familias dependen de camiones cisterna o de fuentes no seguras, lo que pone en riesgo su salud y aumenta sus gastos familiares. La situación es crítica en verano, cuando la demanda supera la oferta.
El sistema de alcantarillado es inexistente o inadecuado en muchos de estos sectores. Esto provoca contaminación ambiental, proliferación de enfermedades e insalubridad. Las autoridades locales prometen soluciones año tras año, pero los avances son mínimos.
La pavimentación es otro aspecto donde se evidencia la desigualdad. Mientras que los barrios exclusivos lucen sus calles en perfecto estado, los sectores populares padecen vías destrozadas donde no es posible circular con seguridad, especialmente para personas con movilidad reducida.
Comparación entre Zonas Centrales y Periféricas
En el centro de la ciudad, las calles están perfectamente asfaltadas, con sistemas de drenaje eficientes, iluminación pública adecuada y acceso a servicios básicos. El mantenimiento es constante y los recursos destinados a estas zonas son significativos.
La diferencia es abismal si comparamos con los barrios periféricos, donde la mayoría de viviendas no cuentan con servicios básicos garantizados. El gasto per cápita en infraestructura es más de 10 veces superior en las zonas céntricas que en los barrios marginados.
Los barrios céntricos tienen acceso a redes de transporte público eficientes, centros comerciales, hospitales, escuelas y universidades. Los periféricos, en cambio, dependen de rutas de buses irregulares y con frecuencia inadecuada.
Esta desigualdad estructural se manifiesta también en la atención de emergencias. Los servicios de salud, policía y bomberos tardan más en llegar a los sectores periféricos debido a las deficientes condiciones viales.
Reflexión sobre la Responsabilidad de las Autoridades
Las autoridades locales y nacionales tienen la responsabilidad de garantizar el acceso equitativo a servicios básicos y oportunidades para todos los ciudadanos, sin distinción de estrato social. Esta desigualdad no es un accidente, sino el resultado de políticas públicas discriminatorias.
La planificación urbana ha favorecido históricamente a los sectores con mayor poder adquisitivo, dejando a su suerte a las comunidades de bajos recursos. Este enfoque no solo es injusto, sino que también es ineficiente desde el punto de vista económico y social.
La participación ciudadana en la toma de decisiones es escasa, especialmente en los barrios marginados. Las consultas públicas suelen celebrarse en horarios o lugares inaccesibles para los sectores más vulnerables, excluyéndolos de los procesos de planificación.
La corrupción también juega un papel importante en esta desigualdad. Los contratos para proyectos de infraestructura en barrios populares a menudo se otorgan sin transparencia y con frecuencia no se ejecutan adecuadamente o se realizan con materiales de baja calidad.
Llamado a la Acción para una Distribución Equitativa
Es necesario implementar políticas públicas que prioricen la inversión en los sectores más desfavorecidos, no como acto de caridad, sino como ejercicio de justicia y derecho. La equidad no es lo mismo que la igualdad, requiere de acciones afirmativas.
Se debe exigir a las autoridades la rendición de cuentas sobre la distribución de recursos públicos y la implementación de mecanismos de control social que garanticen el uso correcto de los mismos.
La sociedad civil debe organizarse y hacerse escuchar. Movimientos vecinales, organizaciones sociales y comités de base deben articularse para exigir sus derechos y exigir la atención de las autoridades.
Es fundamental que en los procesos electorales se evalúe seriamente el compromiso de los candidatos con la equidad territorial y el desarrollo de los sectores marginados.