Mente sana, cuerpo sano; la historia de siempre.

Mente sana, cuerpo sano; la historia de siempre.

¿Qué te pasó?, ¿Por qué comes muy poco?,

¿Por qué comes tanto?, ¿Antes no estabas así?,

¿Por qué no haces ejercicio?, ¿Por qué no te alimentas mejor?,

 ¡Subiste de peso!, ¡Bajaste de peso!.

Son las mismas preguntas que a diario escuchamos, y lo único que hacemos es alzar la mirada dibujando una sonrisa para responder con amabilidad. Pero saben; aquella persona ya sabe cómo está físicamente, entonces, para que agobiarla más.

Esta es la historia de Cristina una niña alegre, simpática, que le gustaba mucho platicar con las personas, socializar con todos y le agradaba hacer nuevos amiguitos, cuando empezó a crecer y estaba cursando el séptimo año de básica, comenzó a recibir burlas, por parte de sus compañeros de aula.

¡Gorda!, ¡chanchita!, ¡oso!. Estos eran uno de sus tantos apodos que le decían, al principio Cristina ignoraba esto y se echaba a reír con ellos disimulando su gran molestia por dentro, pues ella creía que así era el trato entre amigos, pero no, esto solo fue el principio de su calvario.

Había terminado su ciclo escolar, y en pocas semanas iniciaría el colegio. Así fue que en una pequeña reunión familiar que realizaron sus padres como forma de festejo, la prima de Cristina la llamo ¡chanchita, chancha! Repetidamente, y la verdad no era la primera vez que la llamaba de esta manera, pues varios días atrás algunos de sus familiares incluida su prima ya le decían así.

Y aunque pareciera que su intención no era hacerla sentir mal, lo conseguía, porque para decir verdad, ¿A quién le gusta que lo llamen por su apodo?, tal vez aquella persona que le digan, ¡bella!, ¡caramelito!, ¡bombón!, ¡conchita! puede ser que a ellos les encanten, pero cuando son apodos que determinan el estado físico de alguien, creo que no es muy bien recibido.

El primer día que Cristina inició clases, se sorprendió tanto ver a chicas más altas que ella, con una bonita figura, piel de porcelana, ojos grandes, cabello lindo. Empezó a fijarse tanto en eso, que poco a poco su estado de ánimo iba cambiando.

Pasaron los meses y lo que ocurrió en la escuela le estaba volviendo a pasar, pues los apodos para Cristina iniciaron. Entonces, ella creyó que si bajaba de peso ya nadie la molestaría, de esta forma empezó hacer ejercicio, cambió su alimentación a una más saludable, siendo así que en cuestión de pocos meses daría grandes resultados, su madre le dijo “No sé en qué momento, pero bajaste de peso”.

Se sentía mejor físicamente, más no, mentalmente. Tiempo después cuando cursaba el segundo año de bachillerato Cristina tuvo su primer novio y a pesar que no tenía una figura de modelo, se sintió especial al saber que a alguien le parecía atractiva. Pues siempre cuando salía con sus amigas, las miradas de los chicos eran para ellas.

Desde pequeña fue llenando su cabeza de ideas erradas, como: “comer mucho hacía daño”, “ser gordita solo trae críticas o burlas por parte de “amigos/as” y hasta familiares”. Con esas inseguridades andaba por ahí con su enamorado, un chico que cuando salía con ella miraba a otras chicas sin mostrar el más mínimo respeto, hasta que un día él crítico su forma de vestir, de peinar, su cuerpo, etc; y como era una adolescente en plena pubertad, sintió que el mundo se estaba acabando para ella, corrió hacia su casa, a llorar toda la noche.

Y bueno ya se pueden imaginar en que terminó este pequeño romance, al final el chico la cambio por otra persona. Cristina entró en gran depresión, y no crean que fue solo por su exnovio, sino también por las inseguridades que sentía por su físico, intelectualidad ya que tampoco le estaba yendo bien en sus estudios, era tanto que a veces quería ser otra persona, pues en ese entonces no entendía lo que en verdad importaba en la vida.

Dicen que no puedes madurar sin vivir tus propios infiernos, y pues es una gran verdad, a pesar que Cristina hizo lo posible por verse bien físicamente, su situación mental no estaba del todo bien, y bueno con esto no significa que estaba loca, claro que no, simplemente que, con esos pequeños apodos, burlas que recibía de pequeña, aunque parecieran inofensivas, fueron causantes de sus inseguridades.

Sí haz pasado o estás pasando algo similar que Cristina, se valiente para aceptarte tal y como eres; si bien es cierto esto no es cuestión de consejos sino de voluntad propia, eso sin duda es primordial para sentirse mejor con uno mismo; recuerda que el cambio viene de ti y para ti.

#La estabilidad mental, el físico, la salud son primordiales para vivir en armonía.