(O) OPINIÓN Libertad Por: Alberto Salvador

¡LIBERTAD!

Por: Alberto Salvador

Doscientos tres años atrás, un puñado de valientes patriotas soñadores, armados de valor más que de armamento, dio un paso histórico en busca de nuestra libertad. Recogieron el espíritu libertario de sus compatriotas, prescindiendo de las acartonadas formalidades que ahora nos impone un fracasado modelo político. Prueba de lo acertado de la decisión, es que nunca ha existido manifestación contraria, de ningún colectivo, hasta la presente fecha. Acertada actuación, que puso en riesgo su propia existencia. Loor a la gesta heroica de aquellos héroes que nos legaron el bien más preciado del hombre, su ¡LIBERTAD!

Al celebrar la emancipación política de Latacunga, quienes tenemos la fortuna de habitar este hermoso rincón de la Patria, debemos honrar la memoria y el ejemplo de civismo de nuestros libertadores, haciendo una pausa en nuestra ajetreada rutina cotidiana. Deberíamos organizarnos para meditar, si estamos transitando hacia el destino de una convivencia pacífica, en busca de un futuro con oportunidades para todos, como soñaron aquellos ciudadanos de la naciente República.  

¿Acaso estamos defraudando sus ideales?

Cuando Ecuador se fundó como República, las necesidades eran incuantificables y los recursos escasos. La economía se sustentaba en la agricultura de sustentación para consumo doméstico. No existía inversión privada relevante y la generación de empleo era precaria. La dominación española por 300 años antes de la declaración de independencia, había condenado a aborígenes y mestizos a trabajar para contribuir a la corona española, como objetivo prioritario. Estábamos encadenados al pasado, sin objetivos que nos permitan salir de la incipiente economía.

Los inicios de la República, fueron azarosos en el campo político, económico y social. La clase política daba sus primeros pasos, esbozando una ideología a la luz de las ideas libertarias de Simón Bolívar, quien no llegó a ver realizado su sueño de unificación de la Gran Colombia. Los esfuerzos por consolidar la confederación, se agotaron entre 1822 y 1830, a partir de la batalla de Pichincha. A partir de entonces, los ecuatorianos hemos estado al mando de nuestra nave y debemos mirar hacia atrás para evaluar el camino transitado y corregir el rumbo.

La base de nuestra economía se fortaleció entre 1880 y 1895, gracias al boom del cacao, alcanzando el primer puesto en su exportación. Luego de una larga espera, sobreviviendo en pobreza, nos convertimos en país petrolero a partir de 1972, lo cual cautivó a las Fuerzas Armadas, que asumieron el poder de facto, hasta 1979 en que elegimos a Jaime Roldós Aguilera. Esta expresión del populismo, impulsado bajo la figura de Assad Bucaram y el CFP, nos encaminó a vivir las consecuencias de una clase política, fuertemente influenciada por las corrientes demagógicas que son muy rentables, políticamente hablando.

Las débiles ideologías, han perdido terreno con el paso del tiempo, hasta nuestros días, en que se han convertido en empresas electoreras, con enorme inyección de capitales de dudosa procedencia. Denotan la incontrolable ambición de poder de los “sacrificados patriotas” que están dispuestos a todo, para alcanzar el anhelado poder. Es evidente la contaminación con la corrupción, que ha sufrido la clase gobernante y todos los niveles de gobierno, protegidos por una estructura jurídica que, a cuenta de proteger derechos, socapa a los delincuentes, desprotegiendo los derechos colectivos.

Esta dura realidad, nos obliga a tomar el timón de la Patria y corregir el rumbo. No es suficiente declarar la guerra a la inseguridad que amenaza la convivencia pacífica de los ecuatorianos. Debemos desterrar la corrupción, desde sus raíces, que está enquistada en la cúpula política. Es necesario que emerja una nueva clase política, con presencia de actores honestos y preparados, que releven a la oligarquía gobernante.

¡ROMPAMOS LAS CADENAS!

Por: Alberto Salvador

albertosalvador9@gmail.com

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