Nadie pierde este ciclo; sistema fue más flexible

Nadie pierde este ciclo; sistema fue más flexible

A una semana de que finalizara el ciclo escolar en el régimen Sierra y Amazonía, un docente, que pidió la reserva de su nombre, empezó a atender -vía WhatsApp- a padres de alumnos con quienes no tuvo contacto en todo el año.

“Supe que mi hijo no ha presentado tareas, se lee en uno de los mensajes. Sé que no tengo justificación que valga, pero necesito que me indique cómo podemos solucionar”.

De unos 240 alumnos que el docente fiscal tiene en seis paralelos, un promedio de 10 por curso empezó a comunicarse con él, a días de finalizar el año. De ellos, asegura, unos tres estudiantes no se habían contactado por problemas económicos y de conectividad.

El 8 de junio, la ministra de Educación, María Brown, confirmó en una entrevista televisiva que aún rige la norma para que ningún alumno pierda el año, ya que no es pertinente en el contexto de la pandemia.

La especialista recomienda que quienes se queden con vacíos académicos reciban apoyo psicopedagógico, en verano o el próximo año. Asimismo, anota, que la falta de cumplimiento de responsabilidades escolares, sin una consecuencia, puede ser perjudicial.

Andrea Paredes ha acompañado durante la educación virtual a sus hijos Emilio y Luciana, de 5 y 8 años. La niña completa sus tareas de manera independiente. Pero en el caso del más pequeño, la responsabilidad recae sobre la madre.

Esta madre reconoce que no todos los niños tienen las mismas oportunidades que sus hijos, que son parte de una institución particular.

En Sierra y Amazonía 1,8 millones de estudiantes terminan el ciclo lectivo; la mayoría -1,3 millones- está en el sistema fiscal. Más de 200 000 se encuentran en Azuay.

En la parroquia cuencana de Turi estudia Antonio, de 12 años. Está en octavo de básica. No se adaptó a las clases virtuales. Son cinco hermanos y solo disponen de una computadora, dos celulares y una conexión a Internet mala.

Los hermanos tuvieron que turnarse para conectarse a las clases. Por eso Antonio faltaba mucho, no entregaba tareas y los docentes le cuestionaban.

Antonio es uno de los casos que el Ministerio ha identificado como de vulnerabilidad educativa. Las autoridades de los planteles están obligadas a ubicar a estos niños y a darles un tratamiento especial.

Patricia Enríquez es docente y tutora en la Unidad República de Ecuador. Ella cuenta que durante el año lectivo han dado seguimiento y han realizado búsqueda activa de los estudiantes con bajo rendimiento y que no se conectan. Encontraron a varios con problemas económicos, sin conectividad, encarando embarazo precoz, depresión por la pandemia, movilidad humana, migración y desintegración familiar.